Docs - Librero y chivato al aparato.
Bueno, bueno, bueno, designers, qué decepción esta semana.
Veréis, uno de los muchos cabos sueltos de mi tesis doctoral es un proceso de control editorial del que ya he dado algunas pistas en charlas y demás. La última fue en la Universidad de Oslo, con quien a final de año publicar espero publicar el texto. En cualquier caso, han ido saliendo más partes de ese proceso y una especialmente interesante vinculando a uno de los miembros de la familia Giunta hispana, Felipe.
No sé cómo al día estáis de mis cosas librescas, un pequeño resumen.
Entre 1568 y 1570 en Europa hubo una reforma litúrgica importante, motivada, a su vez, por la Reforma Protestante. La Reforma litúrgica surgió como respuesta al movimiento protestante desde bando católico, no confundirse. La liturgia, para entendernos, son las prácticas y rituales vinculados a cualquier religión, en este caso, catolicismo. Por eso los diseñadores de producto habláis de liturgias cuando habláis de metodologías, son procesos prácticos. Esta reforma litúrgica no fue muy innovadora y consistió en la estandarización de esos rituales católicos bajo los antiguos rituales romanos. Esa estandarización supuso la reimpresión de los libros en los que se recogía la liturgia y la prohibición de los anteriores junto a sus prácticas. Como podéis imaginaros, hubo un período de resistencia grande, porque las prácticas litúrgicas son principalmente locales. Sin embargo, también fue una oportunidad comercial enorme para muchos impresores.
En ese contexto, Felipe II, que tenía una influencia económica y política considerable, consiguió que se incluyera una excepción dentro de esa unificación bajo el rito romano. Para no quedar mal, el Papa Pío V permitió la inclusión general de los ritos que tuvieran más de 200 años de antigüedad dentro de los libros reformados bajo rito romano. Esas excepciones eran un apéndice al final libro. En España esa excepción fue el rito propio de Toledo, el mozárabe. Pese a que hubo alguna excepción más, como siempre, hemos de pensar en estas cosas en términos de mercado. Los libros con la excepción hispana fueron más importantes y atractivos para los productores porque el mercado hispano era considerablemente mayor. A finales del siglo XVI incluía todos los territorios de Felipe II, es decir las Américas.
Cosas pasaron y palos se dieron, pero básicamente hubo tres impresores (o familias) que se repartieron este mercado. En 1568 Paolo Manuzio consiguió el privilegio original para imprimir esos libros a través de Marcelo Cervini, posteriormente Papa Marcelo II, y Pío IV. Estos dos fueron responsables, respectivamente, de, por un lado, la conservadora posición del Concilio de Trento (que volvió al rito romano tradicional) y la puesta en marcha de la Reforma litúrgica. Paolo compartió el privilegio, no con su hijo, que era un poco zote, sino principalmente con Lucantonio II Giunta en Venecia y Christopher Plantin en Amberes. Los Giunta, una familia con historia, habían ayudado a Paolo a establecer las prensas romanas y ahora él era una especie de tutor para el joven Lucantonio II. Plantin, sin embargo, le proporcionó al Manuzio al principio el mercado noreuropeo. En 1572, despiés de la muerte de Pío V, Gregorio XIII dio libertad para hacer a Felipe II, que era su colega. Sin embargo, nuestro querido monarca hispano, con ahora sí el apoyo del Papa, pasó de Paolo y le encargó todo a Plantin. Estos ya se conocía de largo, por la impresión de la Biblia Regia, y Amberes era parte de sus territorios. Peeero los Giunta, que también estaban por España desde 1520 aprox., empezarían a negociar con los secretarios de Felipe II en 1573 para acceder a esa producción.
Lo importante es que hubo una época en Europa, y sobre todo en España, en que no había libros litúrgicos. Si en 1570 se habían prohibido los antiguos y Plantin no empezó a producir los de Felipe II hasta 1572, para cuando empezaron a llegar a la península todo el mundo los quería. Mucha demanda y poca oferta, y la Corona tuvo que asegurarse de que se vendieran los libros oficiales al precio estipulado. Ahí surgió el complejísimo proceso de control en el que la inquisición revisó ciudad por ciudad a libros y libreros.
En uno de esos procesos aparece Felipe Giunta, quien posteriormente, en 1573, negociará con los secretarios reales la producción hispana con intención de dársela a Lucantonio II en Venecia. Para mi sorpresa, Felipe fue por ahora el único librero que delató a otros de los que fueron interrogados en relación con estos libros y su procedencia.
Hasta ahora yo había supuesto que la elección de los Giunta a partir de 1573 por parte de la Corte era una cuestión principalmente económica y de distribución. Los Giunta estaban repartidos por toda Europa (Italia, España y Francia) y si la producción se trajo desde Venecia y pretendió exportarse a las Américas, quizá fueron mejor opción que Plantin. Por otro lado, asentados en Burgos, Salamanca y Madrid, estaban cerca de la Corte, lo que facilita la logística de la operación. Recordemos que esto es el siglo XVI y que importar de forma regular estos libros desde Amberes para repartirlos por toda la península y los otros territorios de la Corona Hispana es complejo. Los libros no llegaban, se perdían. Por tierra, la Guerra en Amberes estaba a punto de estallar y la inestabilidad de la región atraía a salteadores. Si venían por mar, los cargamentos se perdían en el mar del norte.
La pregunta que surge a raíz de este fragmento es si Felipe Giunta facilitó el proceso de control de estos libros y así se ganó el favor, no solo de los secretarios reales, que apoyaron a Plantin, sino principalmente de los monjes de El Escorial. No los he mencionado, pero todo este proceso se realizó desde el nuevísimo Monasterio que Felipe II se había hecho. Los Monjes que lo habitaban, los Jerónimos, eran los que manejaban el asunto logístico y económico. Al contrario que los secretarios, estos monjes apoyaron, principalmente, a la Familia Giunta. Con Plantin tuvieron bastantes problemas y le hicieron la vida imposible, sobre todo al rededor de 1577, a raíz de unas modificaciones que hizo, por orden de Roma, sin notificar a los Monjes de El Escorial.
Cositas de los diners… ¿Qué pensáis…? Felipe Giunta… ¿Ángel o demonio?, ¿un chivato oportunista, un superviviente o todo un empresario de éxito...?
Un pequeño inciso, por si alguien se pregunta cómo se vincula esto con el diseño. Los objetos, los libros, en este caso y como veís, no son ajenos a todos estos procesos. Los impresores trataron de sacar rentabilidad de la producción, trataron de producir para el mercado hispano, italiano, etc., y cada pequeño cambio socioeconómico que se vincula con el objeto y sus características culturales concretas produce un potencial cambio en la forma en la que el ritual, en este caso, se representa. Por eso, designers, hay que estudiar historia y entender los factores externos de los objetos para entender los objetos. Si no solo nos queda el design thinking, la narrativa del éxito y, en general, el ruido intenso del último bootcamp de moda.
A estudiar y tal, y tal, o qué.