Booking around (2)- Bibliotecas y monasterios: libros, libros viejos y mucha mierda.
La importancia de unas manos limpias y aseadas.
Decía Goethe que el tacto era la salvación para los hombres alienados por la sociedad industrial. Cuando tocar es sinónimo de sentir se convierte en la promesa de intimidad. Tocar te hace conectar. Cuando es un objeto, tocar se vuelve entender y cuando es un libro antiguo, tocar se convierte casi en un acto de poder. Una forma privilegiada de tocar el pasado fechitizado.
Hoy os traigo otra pequeña historia con libros. Esta vez relacionada con una de las instituciones con más renombre de nuestro país, la Biblioteca Nacional de España. Una historia sobre una de mis primeras experiencias con libros antiguos y el fondo de un monasterio. Llena de peligros, de bibliotecarios, médicos y enfermedades.
Durante el año 2018 tuve la oportunidad de trabajar en la Biblioteca Nacional durante aproximadamente seis meses. Esto ocurrió después de mi cambio de diseño a historia y al mismo tiempo que terminaba el máster. Accedí a la biblioteca precisamente de esa forma, a través del máster. Sorprendentemente, se ofreció la posibilidad y ninguno de mis compañeros quiso. Les interesaban más los documentos que los libros y se pegaron por trabajar en archivos. De esa forma, un diseñador del montón entró al departamento de Incunables, manuscritos y raros de la Biblioteca Nacional de España. Siempre me hizo gracia el nombre. Raros, ¿quiénes?, ¿los libros, los bibliotecarios, los que acudían a la sala o todos ellos? Aún no lo tengo claro.
Como podréis imaginaros, si terminé la carrera de diseño en el 2017 mis conocimientos sobre libro antiguo en 2018 no eran nada del otro mundo. Como pasó en Corea, no dije nada y me tiré un poco a la piscina. Me asignaron la identificación y catalogación de copias de ediciones que ya estaban registradas. ¿Recordáis la diferencia entre edición y copia? Yo no la sabía. Una edición puede tener muchas copias y hay que diferenciar entre variantes o nuevas ediciones. Las variantes son copias de la misma edición que, por ejemplo, tienen imágenes en cobre en lugar de madera. No suponen la recomposición completa de la obra, sino una variante.
En cualquier caso, yo hacía eso. Ver libros y libros de los depósitos durante horas. Contar páginas, comprobar la colación, añadirlos al registro, ponerles un código de barras y devolverlos al depósito. Un trabajo monótono que, he de decir, disfruté como un niño. En ocasiones, encontrar una firma e intentar identificarla te entretenía toda la mañana. Libros raros que llegaban, como el R/1515 (me sé esa signatura de memoria), y fascinaban a todo el departamento. Quizá otro día.
En esta historia lo importante es el fondo en el que yo trabajaba, el del Monasterio de Uclés. Este monasterio es… bastante antiguo. Hasta donde yo sé ya estaba aquí como fortaleza durante la conquista Musulmana de la península. Tras la desamortización, los fondos pasaron a los depósitos de la biblioteca y ahí siguen. Sí, amigos, en la BNE hay pilas y pilas de libros aun sin catalogar desde el siglo XVIII. Demasiados libros que requieren una especialización por la que no se paga lo suficiente. Los fondos del monasterio abarcan, como podréis imaginar, toda serie de temas y, como podréis imaginar también, tienen una cantidad considerable de… mierda. Están sucios, algunos quemados, en mal estado y llenos de humedad. Aun así, hay que sacarlos a la luz.
Después de meses trabajando en el departamento y tras algunas cagaditas empiezas a tratar lo que antes era un objeto que veías en películas y museos, objetos que están fuera de tu alcance, como algo cotidiano. Te das cuenta de que los libros perduran más que las personas que los han tocado y menos que las ideas que contienen. No son objetos frágiles, son objetos de uso cotidiano. Te tomas un café al lado de un libro que tiene 600 años. Alguien trae donuts y te comes uno mientras catalogas otro. Después podrías lavarte las manos, pero no por manchar el libro, sino por la mierda que sale de ellos y te estás comiendo. Te paseas con ellos entre las salas mientras los visitantes de la Biblioteca te miran como si estuvieras sosteniendo tú mismo el peso de la historia en tus manos. Son solo libros… de perdidos al río.
Como no podía ser de otra forma, después de meses tocando los libros más sucios que he visto en mi vida, algo apareció en mis manos. Al principio era simplemente una rojez, pero poco a poco se fue extendiendo por las palmas:
Doctor: Caballero, ¿qué ha estado haciendo usted?
Jorge: Nada, estoy trabajando en una biblioteca con libros antiguos.
Doctor: ¿Y cómo le ha salido esto? Son hongos, una variedad que parece contagiosa. No debería estar tocando eso.
Jorge: Ya, bueno. Son libros muy antiguos y están sucios ¿Qué hago?
Doctor: ¿Por qué no usa guantes?
Jorge: Los guantes te hacen perder sensibilidad en las manos y puedes romper el libro. No son muy recomendables.
Doctor: Pero en las películas…
Jorge: Son solo películas. En los museos se hace para impresionar al visitante.
Doctor: Ya veo. Qué curioso. ¿Va a dejar de trabajar con ellos?
Jorge: Probablemente no.
Doctor: Pruebe con esta crema y tome estos antibióticos, a ver si le remiten. Si no, habrá que tomar una muestra y analizarla. Procure lavarse las manos a muy menudo entonces.
Jorge: De acuerdo. Gracias.
Se me fueron a las pocas semanas. Seguí comiendo donuts mientras catalogaba libros viejos, pero empecé a lavarme las manos entre uno y otro. Por si las moscas. Seguí catalogando libros durante unos meses y, por el trabajo que hacía con los libros japoneses en la facultad, me empezaron a dar de ese tipo. No hay mucha gente en España que lo haga. Pero eso es otra historia.
En cualquier caso, la moraleja es que os lavéis las manos, que no os preocupéis por los libros, que los guantes no son muy recomendables y que el departamento de manuscritos, incunables y raros de cualquier biblioteca de cualquier parte del mundo está lleno de gente rara, libros sucios y viceversa.
¡Nos leemos!
Me encantó esta historia, Jorge. A ver si algún día cuentas algo sobre la signatura R/1515 y el libro desconocido...