Fragmentos - Superar el nivel simbólico a través de la narrativa. ft. Carmen Martín Gaite.
Estaba leyendo a Martín Gaite cuando comprendí que, efectivamente, no merece la pena escribir por escribir. Y cuando pensé en escribir eso, volví a entender que la forma no es estética, sino estructura. De lo contrario es la forma por la forma, sin la forma. Entonces pensé que mi compromiso, más intelectual que académico, pero también personal, la verdad, debía ser erigir un símbolo de lo real. Sí, ese es mi compromiso ante la abstracción del contenido por la forma. Hacer que del contenido un reactivo para la forma.
En esa línea, creo que hay varias cosas que no se deben subestimar, la nostalgia, la necesidad de algunas personas de parecer inteligentes y el nivel simbólico de los objetos.
Mi problema entonces hoy, profesional y personal, porque no hay separación, es la incapacidad del diseño de superar el nivel simbólico de los objetos, pero también de los sujetos. Recuerdos, tarados y objetos narrados. Retahílas, la obra de Carmen Martín Gaite, es especialmente interesante.
Lo simbólico de la obra se traduce en la obra. Es tan sencillo como interesante y maravilloso.
Una retahíla es: una serie larga de sucesos o cosas no materiales, iguales o análogas, que están, suceden o se mencionan una tras otra.
Como consecuencia, Martín Gaite hace algo muy simple, pero tremendamente efectivo. La obra es una conversación entre dos personajes, un diálogo. Pero, el lugar de intercalar uno y otro, es un texto corrido, una retahíla de frases y acontecimientos. Primero habla uno y en el siguiente capítulo el otro, intercalándose. No es un diálogo como tal, es una retahíla.
De esta manera, lo simbólico del título alcanza su plenitud y toma forma en la propia narrativa del texto. Lo simbólico alcanza lo real a través de la forma. Esta tiene significado.
Y aquí está el problema al que me enfrento en mi vida. En alcanzar o traducir lo real de lo simbólico. En diseño, en las relaciones con amigos, parejas, que no tengo porque, recordemos, soy un monje medieval, etc. El problema es que lo simbólico es fácil de establecer a través de la narrativa, porque es fácil de abstraer. Todos narramos, mejor o pero. Pero no sé quién entiende realmente la abstracción, y no sé quiénes están dispuestos a alcanzar lo real de lo simbólico.
En realidad creo que es algo inherente a nosotros. En diseño hay cierta facilidad, pero también se da en la academia y en la vida en general. El narrar hoy tiende a la abstracción de lo real en lo simbólico. Ejemplos, ejemplos. No me se entiende si no pongo ejemplos:
Premios a la creatividad, pero solo si se puede vender la idea premiada. Los mejores cursos de usabilidad y experiencia, pero solo hasta que saquemos el mejor curso de la IA. Honores varios, títulos, prestigio e influencia. Cuantificadores cualitativos de investigación, que en realidad son cuantitativos. Investigación, la justa para decir que hacemos investigación. Profesionales, pero a qué precio. LinkedIn. Todo el mundo quiere vivir en una caravana, hasta que tiene que vivir en una caravana. Instagram. Todo el mundo quiere poder opinar, hasta que le confirman que es idiota. Twitter. Todo son abstracciones de lo real a través de lo simbólico, donde lo simbólico queda sin forma, amorfo.
Creo que es un problema, pero sobre todo porque no estoy seguro de que interese encontrar lo real de la abstracción si eso debilita el símbolo erigido. Sin embargo, y no confundamos lo real con la autenticidad, por favor, creo que merece la pena apostar por ello.
Lo que más me interesa es cómo puedo jugar yo con lo simbólico que está erigido, abstrayendo lo real, para erigir, dentro de mi narrativa y a través de ella, lo real. A poder ser sin invalidar lo real de otros.
Domingo rarete. En fin, ya veremos. Seguramente habrá que leer más a Martín Gaite.
¡Nos leemos!